Si algo se nos ha repetido a lo largo del primer cuatrimestre es que para ser arquitectos es imprescindible viajar. Cuando viajamos además de conocer nuevas culturas, personas e historia aprendemos sobre arquitectura. Viajar a un sitio diferente al que solemos ver implica conocer arquitectura, implica no viajar por viajar si no pararse en cada esquina y observar y analizar lo que se hace en otros países o en otras ciudades.
Personalmente he notando una gran diferencia desde que supe que había entrado en la carrera de arquitectura en relación a los viajes, antes veía los viajes como momentos para desconectar de todo, sin embargo ahora los veo como momentos en los que desconectar de todo menos de la arquitectura puesto que es prácticamente imposible. Hace dos años no sabía qué quería estudiar y la galería de mi móvil eran todo fotos random, hace un año me decanté por la arquitectura y las fotos de mi móvil pasaron a ser edificios, materiales, paisajes, edificios en obras… fotografías que hubiera sido imposible retratar si no hubiera viajado; edificios, estructuras o puentes que no hubiera visto ni tocado si no hubiera viajado.
En conclusión, viajar es imprescindible para crecer tanto cómo persona cómo como arquitecto, que mejor modo de diseñar entornos agradables y habitables que saliendo al mundo y viendo lo que existe y lo que la gente necesita para llamar a sus casas hogares.